Fue hace más de 25 años, pero los que los que lo vivieron lo recuerdan como si fuera ayer. Desde entonces el tesoro se encuentra custodiado a la vista de todo el que quiera verlo en las vitrinas de la casa de hermandad de la Cofradía del Perdón, sin que muchos gaditanos tengan constancia de ello. Pero los acontecimientos se desencadenaron de tal manera que lo que iba a convertirse en una preciosa saya para la Virgen del Rosario en sus Misterios Dolorosos se quedó como reliquia tras la luctuosa cogida de Pozoblanco.
Luis Rivas, prestigioso cronista taurino de la época y de ahora, junto con el crítico taurino Manolo Garaboa, fueron los artífices de la donación que hiciera Francisco Rivera, Paquirri, a la Hermandad del Perdón para vestir a su titular dolorosa.
Luis Rivas cuenta que la gestión se produjo en el callejón de la plaza de Toros de El Puerto de Santa María, tras una de las actuaciones triunfales del maestro barbateño. Fue en ese momento cuando Garaboa y Rivas se acercaron a Francisco Rivera para plantearle la posibilidad (y el favor) de que donara uno de sus trajes de luces a la cofradía. La Virgen del Rosario por aquel entonces estaba recién esculpida por el imaginero Francisco Buiza y tenía un ajuar bastante escaso: “Le pedimos ese favor para poder hacerle una saya a la Virgen y él no puso ningún reparo, todo lo contrario, acto seguido dio orden a su mozo de espadas, Macareno, para que nos acompañara a la casa de Barbate y que la hermandad cogiera el que más le gustara”, explica Luis Rivas, testigo directo de todos los pasos que se dieron.
Y así fue. Días después se trasladaron hasta Barbate Macareno, José Fierro (uno de los miembros de la junta de gobierno de la cofradía), Garaboa y Luis Rivas. Había muchos trajes, y Fierro creyó oportuno escoger el de color azul cielo y oro bordado, un traje valorado en 800.000 pesetas de las de entonces.
Rivas comenta que, a pesar de ser uno de los preferidos de Paquirri, el maestro sólo lo lució en tres ocasiones: en El Puerto, Valencia y Nimes (Francia). “Paco no tenía relación alguna con la hermandad, la verdad es que fue un gesto muy bonito por su parte y ha pasado totalmente desapercibido en la ciudad, aunque sé que la hermandad lo tiene a muy buen recaudo”.
Luis Rivas recuerda además cómo en una ocasión, días antes del trágico suceso, Francisco Rivera le preguntó por cómo iba el proyecto de la saya: “La hermandad lo tenía ya todo listo para meterle mano pero se produjo la cogida de Pozoblanco y decidieron dejarlo tal cual”.
A día de hoy, el traje figura junto a la saya actual de salida de María Santísima del Rosario. Es la manera que tiene la cofradía de agradecer el gesto al maestro y dedicarle las horas y horas de esfuerzo que supusieron la elaboración de esta “prenda” que no puede tener una mejor destinataria. No pudo ser con su traje de luces, pero seguro que allá donde esté, el torero la siente como tal.
El hermano mayor de la Cofradía del Perdón, Manolo Garrido, explica que, a lo largo de estos años, el traje de luces se ha llevado a varias exposiciones organizadas por la Diputación Provincial, una de ellas en Medina Sidonia. La hermandad nunca ha ocultado su procedencia, “lo que pasa que la gente parece que no nos cree, porque cuando nos preguntan y decimos que es de Paquirri se echan a reír”.
El mundo del toreo siempre ha estado ligado a la religión, y a la veneración de las imágenes. Muchos son los toreros que no conciben una corrida sin pasar antes por una capilla. Es habitual ver detrás de los capotes de paseo estampas de santos o vírgenes para sentirse protegidos. Al fin y al cabo dentro de la plaza sólo hay una toro y un hombre, dos figuras que tienen que medirse entre la fuerza del primero y la maestría y temple del segundo.
También es habitual verlos debajo de los pasos en Semana Santa. El caso más conocido es precisamente el de su hijo, Francisco Rivera, bajo el paso del Cristo de las Tres Caídas de la Hermandad de la Esperanza de Triana. En Andalucía una de las muestras más evidentes de la relación que existe entre un torero y una imagen mariana es la de la Macarena con Joselito El gallo. Sobre el pecherín de la Esperanza se depositan varias flores de esmeraldas llamadas mariquillas, regalo de este maestro. Desde entonces, no faltan sobre su pecho en cada Madrugada.
Ahora, la Virgen del Rosario también tiene el orgullo de contar con este presente que en su día le hizo una de las más grandes figuras del toreo que ha dado la historia y que para más, fue gaditano.
Gema Freire
Periodista Diario Información
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